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Concepcionistas Franciscanas de Burgos

 

El día 17 de agosto, celebramos a Santa Beatriz de Silva. Fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción. Y como hija de tan excelsa madre, quiero adentrarme en su interior, en diálogo filial.

Beatriz, dulce madre, todos los años exponemos tu historia, bella y digna de ser contada, pero es…»historia» Yo quiero vivir contigo desde dentro y fijarme en tu respuesta al Amor que se te entregaba, casi siempre en la contradicción, en la prueba, en la lucha, en el dolor. Ese dolor del fondo de tu corazón, en el que por no haber luz, incluso la lámpara del Sagrario se apagó.

Intuyo en todo ello tu vida de fe, tu camino silencioso, tu fiarte sin reservas a lo que quería o permitía el Señor en tu vida, siempre en fidelidad y escucha.

El camino era excelso, sublime: Fundar una Orden que honrara el misterio de la Inmaculada. Por eso tenía que ser un camino de mucho coste, mucha subida, mucho esquivar de piedras que encontrabas en él. Tú orabas desde la propia verdad y realidad, hecha desde momentos oscuros, con esa oración que brota de la vida, en las circunstancias concretas de aquella soledad de treinta años en las dominicas de Toledo, con el pensamiento de la petición de la Virgen en el encierro del baúl de fundar una Orden. Y… pasaban los años, y no llegaba el momento. Sin duda que como María, dirías muchas veces: ¡cómo será eso! Pero, esperabas y confiabas.

Sin duda, en los momentos de silencio y soledad contemplabas el misterio de la cruz, e ibas fraguando tu Orden viviendo, haciendo camino con tu vida para la salvación. Y así te dejaste iluminar y transformar por El. Tanto, que después de este largo camino de dolor, al fin tuviste que profesar en la hora de la muerte, sin llegar a ver lo que tanto anhelabas; pero… hiciste camino para ti y para tus hijas, que queremos seguir a Cristo como lo hiciste tu. ¿Sabes Madre? Hasta en esto te pareces mucho a Cristo: Él nos redimió cuando murió en la cruz.

¡Ah! pero ese camino fue iluminado por la luz y guía de María Inmaculada. Ella, la dulce Madre que se dejo hacer, vivió a la acogida y a la escucha, engendrando en su carne y en su espíritu al Hacedor, al Dios cercano, redentor.

Así nos dicen nuestras Constituciones: Santa Beatriz de Silva fundó la Orden de la Inmaculada Concepción para el servicio, la contemplación del misterio de María en su Concepción Inmaculada. Las concepcionistas se obligan a vivir las actitudes de María en el seguimiento de Cristo.

¡GRACIAS, SANTA MADRE BEATRIZ! Por todo lo que nos has regalado a tu Orden y en consecuencia a la Iglesia.

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