Con motivo de la fiesta de nuestra Santa Madre Fundadora, Santa Beatriz de Silva, el Ministro General de la Orden de los Menores, envía todos los años una carta de felicitación a la Orden de la Inmaculada Concepción, la que quiso Beatriz que tuviera el espíritu de San Francisco. Ha sido todo un itinerario de luminosidad y amor a nuestra Orden. Está anclada toda en Laudato si, mi Signore
Me permito parafrasear algunas de sus palabras: Comienza con las hermosas palabras: ¡El Señor les de la paz! …y continua poniéndonos frente a nuestra Madre Beatriz y su enseñanza de servir a Dios y a Santa María en el misterio de su Concepción y exhortándonos a reconocer en cada criatura un don que alabar y custodiar, para que el cantico se convierta así en una escuela de esperanza para nuestra vida contemplativa y para el mundo que espera signos de resurrección.
Nos dice que el Padre es esperanza absoluta y como Francisco reconocía la fuente de todo bien, la Inmaculada Concepción revela el amor que se adelanta a todas nuestras necesidades, también nosotras comenzamos cada día con la certeza de que Dios es más grande que nuestro corazón.
Seguía diciendo que la vida contemplativa es ante todo adoración al Santísimo, reconocimiento de su señorío y de su infinita bondad.
En el misterio de la Inmaculada Concepción, contempla la pureza original del amor divino, que preservó a María de toda mancha de pecado y que sigue actuando en la historia para salvación del mundo. La esperanza nace de la certeza de que Dios es más grande que nuestro corazón y su misericordia precede a toda nuestra fragilidad.
Y nos aconseja: Como el sol ilumina sin discriminar, su vida puede ser luz para muchos. La esperanza que habita en cada una de ustedes no puede permanecer escondida en la clausura, sino que irradia hacia un mundo que busca la luz.
La Inmaculada, que contempla en el misterio de su Concepción, fue la primera en recibir y difundir la luz del Verbo Encarnado. También ustedes están llamadas a ser un «si» vivo a la esperanza que Dios ofrece al mundo.
Santa Beatriz, de la corte al monasterio, supo ser sol donde quiera que se encontró. Y nos invita a ser en la oración y en la ofrenda a llevar la luz de Cristo a quién está en las tinieblas.
Y continúa la carta llena de belleza, de luz, que orienta el camino de la Orden de la Inmaculada Concepción (Concepcionistas Franciscanas)
Gracias, P. Massimo Fusarelli, intentaremos leer, rumiar y hacer vida todas las recomendaciones que nos ofrece, para ser en la Iglesia fermentos en la masa, como quería la Santa Madre

