La Orden de la Inmaculada Concepción ha celebrado el 6 de noviembre, – junto con los mártires de la guerra civil de España – a sus catorce hermanas concepcionistas, que dieron la vida por Cristo.
Así dice la letra del himno, que cantamos con entusiasmo después de la Eucaristía:
Concepcionistas Franciscanas,
mártires del Señor.
Por Cristo dieron sus vidas
y las dieron por amor.
La mañana del 22 de junio de 2019 aún queda viva en nuestras retina, aquel gran número de hermanas en la catedral de la Almudena de Madrid, con nuestro hábito blanco y manto azul, haciendo como un coro de amor a la Inmaculada, a Beatriz y a las catorce hermanas Concepcionistas que entregaron su vida en holocausto al Señor.
El Cardenal Becciu, en nombre del Papa Francisco, nos decía: Ellas se mantuvieron fuertes en la fe, no se asustaron ante los ultrajes, las dificultades y la persecución. Estaban preparadas para sellar con sus vidas la verdad que profesaban con sus labios, asociando el martirio de Jesús, su martirio de fe, esperanza y caridad. Sufrieron persecución y muerte debido a su estado de vida religiosa y su adhesión a Cristo y a la Iglesia.
Por eso son un estímulo y un ejemplo para todos los cristianos, en especial para nuestra Orden de la Inmaculada Concepción dedicada a contemplar, como María, los misterios de Dios, en bien de la Iglesia y por los hermanos.
Ellas nos ayudan a permanecer fieles a la vocación y a la pertenencia gozosa a la Iglesia, con una vida intensa de comunión fraterna, en la perseverancia y en el testimonio.
El Papa Francisco, pidió un aplauso para ellas en la homilía del domingo, en la Plaza de San Pedro. Hoy, al celebrar su fiesta, también desde cada Monasterio, y desde el fondo del corazón, aplaudimos a esta heroínas, nos encomendamos a su protección para ser fieles al Señor en los pequeños detalles de la vida – que son los que hacen la santidad – y en los grandes…si llegan.