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Concepcionistas Franciscanas de Burgos

      ¿ POR QUÉ BUSCAMOS A DIOS ?
     Es cierto que todo hombre de una forma más o menos consciente busca la verdad, el bien, la felicidad…, en definitiva busca a Dios como fundamento y meta de la vida. Necesitamos saber quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos.
     Pero no es ése el principal fundamento de la búsqueda de Dios del cristiano y del contemplativo. Si buscamos a Dios es porque Dios nos ha manifestado primero su voluntad de mostrarse, de darse a nosotros, a cada de uno de nosotros personalmente. Buscamos a Dios porque nos ha llamado, porque él nos ha buscado primero, porque sabemos que él quiere encontrarse con nosotros. No buscamos a Dios en el vacío, como el que no sabe si hay Dios y busca desesperadamente el sentido de la vida. Buscamos a un Dios que se nos ha mostrado, que hemos visto, pero que no poseemos aún. No un Dios huidizo, sino un Dios deseoso de unirse a nosotros. No buscamos a un Dios cuyo rostro no conocemos; si le buscamos es precisamente porque nos ha mostrado su rostro.
Toda la Escritura nos habla de esa búsqueda de Dios hacia nosotros:
  1. a ) Si Dios crea al hombre es para entrar con él en comunión de vida. Dice el Catecismo:
De todas las criaturas visibles sólo el hombre es «capaz de conocer y amar a su Creador» (GS 12,3); es la «única criatura a la que Dios ha amado por sí misma» (GS 24,3); sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y esta es la razón fundamental de su dignidad (Catecismo de la Iglesia Católica, 356).
Es decir: el hombre ha sido creado como buscador de Dios, como el único ser de la creación capaz de buscar y encontrar a Dios. Y si no lo encuentra, queda frustrado en lo más íntimo de su ser.
  1. b) Si Abrahán, modelo y padre en la fe, y también modelo de buscador de Dios, sale de su tierra, es porque primero ha escuchado la llamada y la promesa de Dios, porque Dios ha salido a su encuentro y, en ese encuentro, Abrahán ha descubierto que tiene que salir de su patria para encontrarse con Dios (léase Gn 12). La experiencia de Abrahán no consiste en que un buen día decide ponerse a buscar un Dios desconocido, sino que este hombre de fe sigue una voz que le llama, que sabe su nombre y que le promete una bendición.
  2. c) Durante toda la historia de Israel, Dios sale al encuentro de su Pueblo por medio de Moisés y de los profetas para que le busquen y para establecer con ellos una alianza de amor. Para ese encuentro les saca de Egipto, con ese fin se cuida de ellos, les salva de los enemigos y les castiga cuando se apartan de él:
  • -«Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué del país de Egipto» (Ex 20,1), «amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón» (Dt 6,5), les dice a los israelitas y a nosotros a través de Moisés.
  • -«Buscadme y viviréis», les recuerda por el profeta Amós (Am 5,4) cuando ellos olvidan la alianza. De ese modo nos recuerda también a nosotros que la clave de la vida -especialmente para el pueblo infiel- se encuentra en Dios y todo lo que nosotros podemos hacer por nuestra parte para llegar hasta él se encierra en esa búsqueda. Ésa es la única posibilidad de salvación para el pueblo.
  • -Incluso nos dice Dios por medio del profeta Isaías (65,1): «Me he hecho encontradizo de quienes no preguntaban por mí; me he dejado hallar de quienes no me buscaban. Dije “aquí estoy, aquí estoy” a gente que no invocaba mi nombre». Así descubrimos que Dios busca a todos, incluso al que no le busca, al pueblo infiel y pecador, al traidor. Dios se manifiesta fiel en su búsqueda. Y eso nos da esperanza, respecto de nosotros y de los demás, de que podemos encontrar siempre al Dios que sale a nuestro encuentro.
  • -Es más, es Dios el que pone en nosotros el deseo de buscarle. El Sal 27,8 dice: «Oigo en mi corazón: “Buscad mi rostro”. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro». Este mandato que oímos en nuestro interior es signo de que Dios nos busca. Nuestra respuesta debe ser buscar el rostro del Señor, pedir que nos lo muestre.
  1. d)Pero en la plenitud de los tiempos, Dios nos habló por medio de su Hijo Jesucristo (léase Heb 1,1ss). En Cristo, Dios sale al encuentro del hombre, para que entremos en comunión con él:
  • -«Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn
    3,16). En Jesucristo, Dios sale definitivamente en busca del hombre para darle la vida. Estas palabras del evangelio de san Juan nos muestran la motivación de la búsqueda de Dios: el amor de Dios que quiere comunicarnos la vida eterna2.
  • -El mismo Jesús nos describe a Dios en las parábolas de la misericordia como un Dios que está buscando al hombre (especialmente al pecador) hasta que lo encuentra (puede leerse y orar con Lc 15,4).
     También los salmos nos ayudan a descubrir y a gustar esta realidad de la necesidad de buscar a Dios que está precedida y acompañada por la búsqueda de Dios al hombre:
     Confiarán en ti los que conocen tu nombre
porque no abandonas a los que te buscan (Sal 9,11).
  • -Según el paralelismo propio de los salmos, los que buscan al Señor se identifican con los que conocen su nombre. El que busca al Dios Revelado lo hace porque le conoce, Dios no nos ha dicho: «buscadme en el vacío » (Is 45,19). El Señor nos ha mostrado primero su rostro para que luego podamos buscarle y encontrarle.
  • -No olvidemos que conocer el nombre de alguien es tener acceso a la relación con él, poder hablar con él, poder llamarle. Conocer el nombre de Dios abre además la posibilidad de poder invocarlo: quien conoce el nombre de Dios puede buscarlo, porque puede pedir, puede llamarlo, puede dialogar con él. Son dichosos los que conocen su nombre: «Dichoso el pueblo que sabe aclamarte » (Sal 89,16).
  • -Pero nosotros, mucho más que los orantes de los salmos, somos dichosos y podemos buscar a Dios porque conocemos su nombre. Jesucristo nos lo enseñó: «Cuando oréis decid Padre » (Lc 11,2); podemos orar con confianza: «Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá » (Mt 7,7). Conocemos el nombre del Dios hecho hombre: Jesús (Salvador) y sabemos que «no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos » (Hch 4,12) y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará (Hch 2,21)3.
  • -Una cosa más nos dice el salmo 9 sobre los que buscan a Dios: «Dios no los abandonará». Una promesa más del Señor que debe mover nuestro corazón a buscarle: él no va a abandonar a los que emprendan este camino de búsqueda. Aunque esa búsqueda nos lleve a aceptar riesgos, abandonar seguridades o caminar a oscuras, él no va a defraudar al que le busca. Lo que sucede es que no siempre le buscamos a él; y esas otra búsquedas no tienen la garantía de Dios.
     Buscad al Señor y vivirá vuestro corazón (69,33).
  • -El salmo 69 nos llena de consuelo, porque nos promete la vida del corazón, la vida verdadera, si buscamos al Señor.
  • -Estamos a la vez ante un mandato: «Buscad » y ante una promesa: «El que busca al Señor vivirá ». ¿A qué vida se refiere Dios en su palabra?
  • A la vida eterna: el que busca al Señor tendrá la vida.
  • A una vida terrena feliz en comunión con Dios y con los hombres, bajo la bendición de Dios: así lo entendían en el Antiguo Testamento, antes de conocer la esperanza de la Resurrección.
  • Pero también se remite a una vida interior, la vida del corazón que representa el núcleo interior de la persona: la vida que da el amor a Dios y el amor a los hermanos: «Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él… nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. Quien no ama permanece en la muerte» (1Jn 4,16; 3,14). Ésta es fundamentalmente la vida que se promete al que busca a Dios: la del alma por medio del amor que Dios derrama sobre el que le busca, que vale para esta vida y para la vida eterna.
     Toda la Sagrada Escritura, y toda la Historia de la Salvación nos hablan de esta primera verdad: Dios sale a nuestro encuentro, Dios nos busca, quiere unirse a nosotros. Y el descubrimiento de esa búsqueda de Dios es lo que hace que nosotros busquemos a Dios. Que le busquemos nosotros en un tiempo prolongado de oración para que descubramos la forma de buscarle y encontrarle en nuestra vida.
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