Cuando el alma se hunde, en medio de la tormenta y tenemos esos momentos en los que la vida parece derrumbarse… Y sin embargo, podemos decir en medio de esa noche: Hoy, te amaré, Señor.
Amar a Dios en medio de la adversidad no es un sentimiento pasajero sino algo que transforma nuestro dolor , se encuentra esperanza y más acercamiento a Dios, incluso cuando todo se te ponga en contra.
Decidir amar a Dios en tiempos difíciles es un acto de fe profunda. Confiamos en su voluntad, aunque no entendamos Su plan.
Amar a Dios es una elección diaria, se cultiva con intención y perseverancia.
Renovar el amor de Dios:
- Orar, incluso si solo puedes decir «ayúdame»
- Lee un versículo que te recuerde su fidelidad
- Escucha alabanzas que fortalezcan tu espíritu
- Sirve a alguien mas, aunque tu también estés herido.
- Acude a María, la gran orante que miró a Dios a sus ojos y se fusionó en Él.
Podemos orar diciendo a Dios: Señor, no entiendo nada, pero te amo. No porque todo esté bien, sino porque tu sigues siendo Dios. Puede ser el comienzo de mi restauración en la oscuridad de la fe. Dios no puede eliminar el dolor de momento, pero nos da fuerza para seguir adelante.
Este es un llamado al AMOR, en este tiempo en que el calor calienta nuestra piel, y debería también caldear nuestro corazón.

